El acuerdo será negociado por el Ministerio de Industria y Recursos Minerales saudí y el Departamento de Energía de Estados Unidos, y se enmarca en los ambiciosos planes del Reino para convertir su territorio en un centro global de producción y procesamiento de minerales estratégicos. Según voceros oficiales, las conversaciones se desarrollan en un contexto de acercamiento diplomático previo a la visita del presidente estadounidense a Arabia Saudí la próxima semana.

El memorándum se produce en un momento en que los minerales críticos —como el cobre, el níquel, el litio y las tierras raras— han cobrado un rol central en la carrera por la transición energética. Para Estados Unidos, asegurar cadenas de suministro confiables fuera de China es una prioridad estratégica, y Arabia Saudí, con sus vastas reservas aún sin explotar y su capacidad financiera, se perfila como un socio clave.

En línea con esa visión, el reino árabe ha estado ampliando rápidamente su sector minero como parte del plan Visión 2030, que busca reducir la dependencia del petróleo e impulsar sectores como el oro, el fosfato, la bauxita y, más recientemente, las tierras raras.

En 2023, el gobierno saudí actualizó sus estimaciones de reservas minerales nacionales hasta alcanzar un valor de 2,5 billones de dólares, en gran parte gracias al descubrimiento y la inclusión de yacimientos de minerales críticos, considerados fundamentales para tecnologías limpias, semiconductores y almacenamiento energético.

El protagonismo de la minería en la política exterior saudí se ha traducido también en una agresiva expansión internacional. La empresa estatal Ma'aden, insignia del sector, se encuentra en proceso de seleccionar un socio estratégico para el procesamiento de tierras raras. Entre los candidatos figuran la estadounidense MP Materials, la china Shenghe Resources, la australiana Lynas Rare Earths y la canadiense Neo Performance Materials, según informó Reuters en abril.

Además, el fondo soberano saudí (PIF) y Ma'aden crearon recientemente la empresa conjunta Manara Minerals, cuyo objetivo es adquirir activos mineros fuera del país. Su primer movimiento fue la compra del 10 % de Vale Base Metals, unidad de la brasileña Vale dedicada al cobre y al níquel, por más de 2.600 millones de dólares.

Este enfoque multisectorial busca posicionar al país como un actor clave no solo en la producción, sino también en el refinado y comercialización de minerales esenciales para las industrias del futuro.

El inminente acuerdo con Estados Unidos podría marcar un antes y un después en la relación bilateral. No se trataría únicamente de una colaboración técnica o comercial, sino de una jugada geopolítica que alinea a ambos países en una competencia cada vez más visible por el control y aseguramiento de cadenas de suministro de recursos clave frente al avance de China.

A medida que las tensiones geopolíticas redibujan el mapa de alianzas energéticas y tecnológicas, Arabia Saudí consolida su ambición de transformarse en un nodo esencial para el abastecimiento global de minerales, aprovechando sus vastos recursos geológicos, sus capacidades de inversión y su creciente red de acuerdos internacionales.