Aunque Bristow, de 66 años, ha reiterado su compromiso de permanecer en el cargo hasta 2028, señaló que la planificación de la sucesión es ahora “más formal”, según declaró al Financial Times. Su salida se produciría tras una década al frente de la tercera mayor productora de oro del mundo, marcada por una ambiciosa agenda de expansión y reorganización operativa.

La compañía, anteriormente conocida como Barrick Gold, atraviesa un periodo de buenos resultados financieros. En el primer trimestre de 2025 reportó ganancias netas por 474 millones de dólares, un 60% más que en el mismo periodo del año anterior, impulsada por los precios récord del oro que llegaron a rozar los 3.500 dólares por onza troy.

Uno de los principales focos del crecimiento futuro de Barrick es el proyecto Reko Diq, una gigantesca mina de oro y cobre en construcción en Baluchistán, Pakistán, con una inversión estimada en 9.000 millones de dólares. La iniciativa contempla además el desarrollo de infraestructura logística, como ferrocarriles y un puerto, con financiamiento de organismos multilaterales como la Corporación Financiera Internacional y el Banco Asiático de Desarrollo. Sin embargo, la compañía sigue adelante sin el aporte previsto del fondo saudí Manara, que no se concretó.

A pesar del sólido desempeño financiero y las apuestas por nuevos activos, Barrick enfrenta tensiones geopolíticas significativas. En Malí, la empresa atraviesa una disputa con la junta militar que ha llevado al cierre de su mina Loulo-Gounkoto desde enero. Cuatro empleados han sido detenidos y Bristow calificó su encarcelamiento como una “violación de los derechos humanos”. La situación ha generado presión financiera tanto para la empresa como para las comunidades locales que dependen de su operación.

El conflicto se agrava ante la falta de acuerdo sobre el nuevo código minero del país, que busca aumentar la participación estatal en los ingresos de las concesiones. Mientras otras compañías han logrado entendimientos con el gobierno, Barrick enfrenta la amenaza de expropiación de activos si no reactiva la producción.

La búsqueda del sucesor de Bristow se da en este contexto de expansión y crisis, con la reciente incorporación de figuras de alto perfil al directorio, como Ben van Beurden, ex CEO de Shell, y Pekka Vauramo, ex director de Finnair. Ambos ejecutivos podrían influir en la elección del próximo líder que asumirá el desafío de consolidar el crecimiento de Barrick en medio de un entorno volátil.