La operación —revelada por el Australian Financial Review— ha elevado el valor total de los activos de Glencore Investment Pty Ltd, su entidad australiana, a unos US$42.000 millones. La reestructuración incluyó transferencias internas por US$3.800 millones en efectivo y la emisión de acciones por US$614 millones dentro de la propia estructura corporativa, lo que ha permitido centralizar y consolidar diversas operaciones mineras bajo una sola jurisdicción.

Los activos transferidos abarcan minas de carbón en Canadá, Sudáfrica y Colombia, el proyecto de cobre MARA en Argentina y operaciones estratégicas de manganeso, cromo y vanadio en Sudáfrica. Este rediseño corporativo sitúa a Australia como el nuevo centro operativo y financiero de Glencore en el hemisferio sur.

“Los activos de carbón de Glencore podrían tener una valoración más alta en Australia que en Londres. Si Glencore y Anglo terminan saliendo de Londres, no quedarán muchas razones para permanecer ahí... salvo por el críquet”, comentó Ben Cleary, gestor de Tribeca Investment Partners.

El reordenamiento llega en un momento clave: las conversaciones entre Glencore y Rio Tinto parecen estar tomando fuerza tras años de desencuentros. En 2014, un intento de fusión fue rechazado tajantemente por Rio Tinto, en un episodio que derivó en tensiones públicas entre el entonces CEO de Glencore, Ivan Glasenberg, y la cúpula de la firma anglo-australiana. Sin embargo, las condiciones han cambiado: el actual CEO de Rio, Jakob Stausholm, se encuentra en su último periodo al frente de la empresa, y algunos altos ejecutivos —potenciales sucesores— han mostrado una actitud más receptiva.

Una fusión entre Glencore y Rio Tinto crearía una megacorporación minera con alcance global, combinando el dominio de Glencore en materias primas energéticas (como carbón y cobalto) con la fortaleza de Rio Tinto en hierro, aluminio y cobre.

Paralelamente, Glencore ha decidido posponer la escisión de su unidad de carbón, que en 2023 representó el 38% de sus utilidades. En su lugar, la compañía ha trasladado todas las operaciones de esta división a su entidad australiana, incluyendo su subsidiaria Elk Valley Resources, que opera cuatro minas de carbón siderúrgico en Columbia Británica, Canadá. A esto se suman activos en Sudáfrica (como el complejo Impunzi) y en Colombia, donde Glencore opera la mina a cielo abierto Cerrejón, una de las más grandes del mundo.

La estrategia australiana de Glencore también abarca minerales clave para la transición energética. En una señal clara de diversificación, la empresa firmó un acuerdo de suministro por tres años con Cobalt Blue (ASX: COB) para abastecer con hidróxido de cobalto a la futura refinería de Kwinana, en Australia Occidental. Este contrato garantizará un mínimo de 3.750 toneladas del compuesto, comenzando con 750 toneladas el primer año y aumentando a 1.500 toneladas en los dos siguientes. El cobalto será extraído de las operaciones que Glencore controla en la República Democrática del Congo, a través de Kamoto Copper Company y Mutanda Mining.

Esta serie de maniobras deja claro que Australia se ha convertido en el núcleo estratégico de Glencore, tanto desde el punto de vista operativo como financiero. La proximidad a los mercados asiáticos, las condiciones regulatorias estables y el creciente enfoque en minerales críticos convierten a la región en una plataforma ideal para fusiones, inversiones y crecimiento sostenido.

Con su estructura optimizada, activos agrupados, una red de abastecimiento reforzada y conversaciones en curso con Rio Tinto, Glencore parece estar preparando el terreno para una de las mayores operaciones de consolidación minera de la década.